miércoles, 18 de julio de 2007

De prejuicios e imposibles

Para buscar un distribuidor de una empresa alemana (tuve que mirar en justlanded, llamé a la empresa y en mi incorrectísimo inglés-andaluz, pregunté por el distribuidor en España. Hay uno (sólo uno), me dieron el teléfono y el nombre, Miguel barbar barbar (la alemana no pronunciaba bien español, pero hablaba inglés muy bien, y fijo que estaba buena... me desvío, me desvío).
Como no me cogieron el teléfono, busqué en el google a ver a quién correspondía, y aparecía "empresa tal, c/ tal y cual, Teià, Barcelona".
Así que, en www.qdq.com, me pongo a buscar teléfonos que estén en esa calle; incluyo la calle, la ciudad, y la provincia, y en nombre (campo obligatorio) me lio a poner cosas al azar: García, Gómez, Pérez, Jiménez, Gimenez, Joan, Pere, Sánchez, Alberto, María, Antonio... y a marcar (tengo interprovinciales y nacionales gratis, uff) los resultados que me aparecen.
De los que me han cogido el teléfono, que son la mayoría, tan sólo uno me contestó en Catalán (Bon dia, o algo así dijo), y en cuanto le pregunté en andaluz melillizado contestó en español tan correcto como el mío. El resto hablaba español perfectamente, y con toda amabilidad me respondió.
El imposible (saber dónde pollas está el distribuidor que me ha dado la empresa alemana) sigue ahí; los prejuicios, seguramente, también.

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