miércoles, 5 de marzo de 2008

El privilegio de soñar

En los campos de concentración, a los peores presos (los que eran mancos, o muy viejos, o muy jóvenes), antes de mandarlos a quemar los torturaban de la peor forma posible: no les quitaban la comida ni el agua, les quitaban el sueño. Los dejaban sin dormir días enteros, haciendo guardias para que nadie pegase los párpados.
En cuanto se descuidaban, los presos aprovechaban y soñaban, durante cinco minutos. No podían detenerse en dormir, así que pasaban directamente a la fase en que soñamos, moviendo los ojos en todas direcciones.
Ninguno de los torturados tuvo nunca una pesadilla.
De ...como un libro de besos de buenas noches